jueves, 21 de junio de 2012
martes, 19 de junio de 2012
domingo, 17 de junio de 2012
viernes, 15 de junio de 2012
lunes, 11 de junio de 2012
domingo, 10 de junio de 2012
QUIÉN ES EL ESPÍRITU SANTO
¿Quién es el Espíritu Santo?
El Espíritu Santo es el agua fría, es la sombra, la brisa fresca y nuestra fuente de agua viva junto al camino de la vida.
Autor: P. Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net
Santa Teresa llama a nuestra alma un castillo interior, un palacio. En ese castillo, palacio o templo vive "El dulce huésped del alma": El Espíritu Santo.
¿Quién es el Espíritu Santo? Jesucristo le llama el Consolador. En nuestra alma vive el AMOR, vive allí de forma permanente, llegó a nuestra alma para quedarse. “¿No sabéis que sois templos de Dios y que el Espíritu Santo vive en vosotros?” decía San Pablo a los primeros cristianos.
Su estancia en el castillo obedece a una tarea que debe realizar, se le ha encargado que haga de ti un santo ó una santa, un apóstol. Desde el primer momento de la entrada en tu alma, en el bautismo, se ha dedicado a trabajar a destajo, ha trabajado muchos años, se ha llevado muchos desengaños, porque hay que ver cómo nos hemos portado con Él.
Ha sufrido, posiblemente, el destierro,le hemos roto su obra maestra, como el niño malo que destruye de un puntapié el castillo que construye el niño bueno en la playa. Y sobre las ruinas de nosotros mismos ha vuelto a colocar otra vez piedra sobre piedra, con una paciencia y con un amor tan grandes que sólo porque es Dios los tiene. Él no desespera, más aún tiene abrigadas firmísimas esperanzas de acabar con su obra maestra contigo. Él sabe que puede aunque tú no seas mármol de Carrara, sólo necesita algo de colaboración de tu parte o por lo menos que no le estorbes..
Los medios: la gracia santificante, las gracias actuales, sus inspiraciones, dones y frutos.
¿Cuál es su estrategia? La describe muy bien un himno dedicado al Espíritu Santo. Seleccionaré algunas partes de este himno.
Primero: El mejor consolador
Consolando, secandolágrimas, arrancando los cardos y las ortigas del desaliento, tristeza y amargura. Uno de sus mejores oficios -lo sabe hacer muy bien- es consolar, por fortuna para nosotros que somos bastante llorones y necesitamos algo más que kleenex para nuestros ratos de tristeza. El mejor Consolador, ya sabemos. Cuando lleguen los momentos más penosos en los que llorar el poco, cuando la crisis nos agarre por el cuello y nos patee, acudir a quien quiere y puede consolarnos.
Nosotros podemos decir que me sorprende la realidad más radiante que vivimos los cristianos y, por tanto, no tenemos soledad, tristeza, lágrimas. Arrancarnos la tristeza peor, la de la separación de Dios, la de la infidelidad. Alegrarnos inmensamente de haber sido hechos hijos de Dios, alegrarnos de que nuestros nombres están escritos en el cielo, vivir con alegría diaria contagiosa, alegría en el dolor, en la enfermedad, alegría en las buenasy en las malas. Espíritu Santo, haznos apóstoles de la alegría, haznos vivir un cristianismo alegre, que vivamos con aire de resucitados, y que hagamos vivir a los otros así también.
Segundo: Dulce huésped del alma
Es uno de los títulos más hermosos. No huésped inoportuno. Cuantos huéspedes con los que nosotros no quisiéramos encontrarnos, a los que les damos la vuelta. En el caso del Espíritu Santo es un dulce huésped, esperado con ansia, acogido con cariño, porque siempre trae buenas noticias, buenos regalos, dones; El mismo es el Don por excelencia.
¿Me alegro de tenerlo siempre conmigo, lo entristezco con mi desamor, le pido muchos regalos espirituales? Y ¿qué le doy yo: mi amor, mi fidelidad? ¿Le escucho dócilmente? ¿El himno "Ven, Espíritu Creador" es mi saludo mañanero, sonlas mañanitas al dulce huésped de mi alma? ¿Alguna vez se las he cantado? Recordemos la frase de San Pablo; "¿No sabéis que sois templos del Espíritu Santo? Él ora con nosotros y por nosotros. Vivo, por tanto, en la presencia del Espíritu Santo, gozo minuto a minuto de su compañía gratísima, y su gracia está siempre a mi disposición.
Tercero: Dulce refrigerio
Cuando el bochorno arrecia y la lengua se reseca como ladrillo y el sudor empapa la ropa, una simple coca-cola fría, un ventilador oportuno, una alberca, solucionan el problema. Pero hay otros bochornos y calores interiores que requieren de otro refrigerio. Cuando se encrespan las pasiones, cuando el orgullo se revuelve como león herido, cuando la sensualidad con su baba venenosa quiere manchar el corazón y el alma, cuando la fiebre del mundo (placeres, dolce vita...)queman de ambición nuestro espíritu, llamar urgentemente al Espíritu Santo, para que nos brinde su dulce refrigerio y vuelvan las cosas a su lugar: El mundo allá y yo acá.
Cuarto: Tregua en el duro trabajo
Ofreciendo descanso en el duro bregar de la vida. Una mañana de domingo en la casa con niños, un día en la oficina en que todo salió mal, cansa, erosiona, desgasta, produce no rara vez frustración. Cuando uno de plano está agotado, abrumado por el trabajo los problemas y las preocupaciones, acudir sencillamente a quien es descanso en el trabajo, ¡OH Espíritu Santo, desperdiciado tantas veces que gemimos bajo el peso del trabajo! ¡OH jornaleros que teniendo la fuente a unos metros se mueren de sed! Dios es abismo de amor, torrente de felicidad, éxtasis de la vida, tenerlo tan cerca y morirse de hambre, la fuente a unos pasos y morirsede sed, la hoguera alumbrando en torno y morirse de frío, el amor cerca del corazón. Sólo unos pasos tenía que dar. Vivir cerca de la luz, y morir en el túnel de las tinieblas.
Quinto: Brisa en las horas de fuego
Siendo frescura en medio del calor. Un vaso de agua fría en un día de verano, la sombra de un árbol en el campo abrasado, una brisa fresca, una fuente fría junto al camino polvoriento, cuanto se agradecen. En la vida no podemos estar luchando todo el tiempo, somos humanos y necesitamos de tanto en tanto de un respiro. El Espíritu Santo es el agua fría, es la sombra, la brisa fresca y nuestra fuente de agua viva junto al camino de la vida.
Sexto: Gozo que enjuga las lágrimas
Consolando en la aflicción. Buena falta nos hace: lloramos como niños chicos por cualquier cosa. Llorar equivale adesanimarnos, a perder el entusiasmo por nuestra vocación cristiana y humana, a querer volver atrás. Para esos momentos malos, en que podemos reaccionar como niños caprichosos, acudir a quien es el consuelo en la aflicción.
Se le atribuye al Espíritu Santo casi un oficio de madre. El sufrimiento se encuentra en la vida de todos. Cuando se le espera y cuando no. El padre Maciel decía: "Unos de una manera y otros de otra, todos llevan su calvario y van por este camino en que los ha medito el pecado original. Lágrimas y sufrimientos anidan en el ser humano, en el hombre como hombre muy escondidos y salen cuando ya no pueden más”. Por ello necesitamos la presencia del Espíritu Santo".
Posteriormente, el himno al que nos estamos refiriendo añade una serie de peticiones al Espíritu Santo.
Séptimo: Lava lo que está manchado
Lava lo que está manchado: mi alma llena de arrugas, mi corazón manchado de afectos desordenados, mi pequeño mundo lleno de cosas humanas, de tierra, de lodo; mi mente y mis sentidos a veces tan vacíos de Dios y tan llenos de mis pasiones desordenadas. Lava sobre todo la conciencia de todo pecado e imperfección, de las salpicaduras del mundo, de las manchas de pasiones, del barro de los malos pensamientos. Lava y purifica nuestra intención en el obrar, que a veces se tiñe de negras aficiones: el egoísmo, vanidad, respeto humano son manchas grasientas que requieren de un eficaz blanqueador. Necesitamos que des una limpiadita a nuestras virtudes.
Octavo: Riega el desierto del alma
Somos raíz de tierra árida, árbol que crece en la estepa. ¿Han visto ustedes los árboles que crecen en las orillas de los ríos? ¡Qué diferencia!Siempre están verdes. Decía el poeta Antonio Machado estas hermosas palabras: “Al olmo viejo, hendido por el rayo y en su mitad podrido, con las lluvias de abril y el sol de mayo, algunas hojas verdes le han salido".
A base de agua los judíos han hecho florecer el desierto del Sinaí. Tú puedes, Espíritu Santo, hacer florecer mi desierto, esa estepa en que a penas los cardos y las jaras crecen. Y entonces crecerán virtudes, crecerán buenas obras en mi alma.
Noveno: Sana el corazón enfermo
Médico de todas las enfermedades, médico de las enfermedades que he tenido y que ahora sufro, médico a domicilio.
Señor, si quieres, puedes curarme la lepra, el cáncer, el SIDA, la gangrena, la parálisis espiritual, las fiebres reumáticas, el escorbuto. ¿Cuál es mi enfermedad? Escuchemos en seguida lafrase de mando: ¡Levántate y anda! Médico de las almas, que sabes la enfermedad y conoces la medicina, ¿cuál es mi enfermedad y mi mal? ¡Dímelo!.. Y proporciona el remedio que Tú sabes y yo no quiero aceptar a veces; cúrame antes de que la enfermedad me cause la muerte, cúrame las heridas que mi orgullo, sensualidad y egoísmo me abren a diario, las heridas de mis pecados antiguos y de mis pecados de hoy.
Décimo: Doma el Espíritu indómito
Dobla mi orgullo, ablanda mi cabeza dura y mi duro corazón; si es de piedra, hazlo de carne; hazme bajar la cabeza ante la obediencia y dar el brazo a torcer. Hazme duro para conmigo mismo, que no acepte flojedades, medias tintas, fariseísmos, pero hazme blando con los demás, como un pedazo de pan que dé alimento a todos los que se crucen en mi camino; hazme, Señor,instrumento de paz, como te pedía Francisco de Asís: "Donde haya odio, ponga yo tu amor, donde haya injurias, perdón".
Once: Calienta lo que está frío
A veces somos témpanos flotantes, corazones en frigorífico, que nos se derriten con las grandes motivaciones del amor de Cristo, el celo por la salvación de las almas, la vocación a la misión. Te pido un amor apasionado, pasión por la misión.
Doce : Endereza lo que está torcido
¿Cuántos criterios en mi vida andan torcidos? Enderézalos endereza los malos hábitos, por ejemplo, el hábito de pensar mal, el hábito tan arraigado de murmurar de mis hermanos, el hábito terrible de la ociosidad, del no hacer nada, el hábito que mata la oración, la rutina, el hábito de la pereza, el hábitoque empequeñece mis fuerzas con la pusilanimidad, la timidez. Quiero dejarte el timón de mi vida, de mi barca, y quiero remar con todas las fuerzas de mis brazos.
Para concluir, demos un repaso a los deberes que tenemos con este ilustre huésped: En primer lugar, tomarlo en cuenta, hacerle caso, no dejarlo solo, ignorado abandonado. Porque dejamos abandonado el Amor.
En segundo lugar: Gratitud: le debemos tanto. La ingratitud es cardo que crece en los corazones pero sobre todo en los corazones de los cristianos, por el simple hecho de haber recibido demasiadas cosas de Dios.
En tercer lugar: Amor. Debería ser fácil amar al AMOR, enamorarse del que nos ama infinitamente a cada uno de nosotros. Antes de pedirnos que le amemos con todo el corazón, con toda el alma, con toda la mente y todas las fuerzas, antes nos ha dicho Él: "Te amé con un amor eterno".
En cuarto lugar: Docilidady colaboración. Para ser santos debemos dejarnos guiar y obedecer al capitán del barco.
En quinto lugar: Cuando menos no estorbarle, dejarle trabajar en nosotros. “Hoy, si escucháis su voz, no endurezcáis el corazón”.
EL HIMNO AL ESPIRITU SANTO.
Ven Espíritu Creador,
visita las almas de tus fieles,
Llena de gracia celestial
Los pechos que tu creaste.
Te llaman Paráclito,
Don de Dios altísimo,
Fuente viva, fuego, amor
Y unción espiritual.
Tú, don septenario,
Dedo de la diestra del Padre,
Por ]El prometido a los hombres
Con palabras solemnes.
Enciende luz a los sentidos
Infunde amor en los corazones,
Y las debilidades de nuestro cuerpo
Conviértelas en firme fortaleza.
Manda lejos al enemigo,
Y danos incesantemente la paz,
Para que con tuguía
Evitemos todo mal.
Danos a conocer al Padre,
Danos a conocer al Hijo
Y a Ti, Espíritu de ambos,
Creamos en todo tiempo.
Que la gloria sea para Dios Padre,
Y para el Hijo, de entre los muertos
Resucitado, y para el Paráclito,
Por los siglos de los siglos. Amén.
Preguntas o comentarios al autor
P. Mariano de Blas LC
viernes, 8 de junio de 2012
Religión en la Escuela: la asignatura de las mentiras
De vez en cuando aparece en la prensa. Por ejemplo, cuando surge algún problema con algún profesor que la imparte. O cuando hay recortes o modificaciones en los horarios. Cuando algún político de los sectores más izquierdistas del PSOE, o algún mandatario de Izquierda Unida, desean exhibir sus señas de identidad… se habla de la clase de Religión, para exponerla como un anacronismo: uno más de los “viejos privilegios” que la Iglesia Católica, mantiene, luchando a capa y espada, contra toda justicia y razón, en una sociedad española moderna, progresista e ilustrada.
Obviamente, se ha convertido en presa de algunos sindicatos “de clase” que se sirven de ella como signo de identidad (negativo). Junto con la protesta por los recortes, y la lucha contra la enseñanza concertada, es prácticamente ya el único que les queda.
¿Qué piensa la gente de la calle? Sinceramente, creo que nada. Quitando un grupo minoritario católico o de derechas que la defiende, y otros grupos, tampoco demasiado numerosos, que exigen su salida del sistema educativo, a la mayoría de los ciudadanos españoles probablemente la asignatura de Religión les da bastante igual. De hecho ni siquiera la inmensa mayoría de los padres cuyos hijos la eligen saben lo que se hace en ella, ni parece importarles demasiado, para bien o para mal.
Sin embargo, la “Religión”, “maría” proverbial del sistema educativo español, sigue ostentando el reto de tópicos, ideas equivocadas y, en general, confusiones, sobre su verdadera naturaleza. Hace algún tiempo leía con asombro como hasta un pensador y hombre de reflexión como Fernando Savater, hablaba de ella como la “hora del adoctrinamiento religioso” en un artículo de prensa. Me quedé alucinado, pero no me alucina menos escuchar a algunos católicos “comprometidos” (como aquellos padres que me dijeron que habían sacado a su niña de la asignatura, porque “lo que se daba allí ya lo aprendía en la catequesis y en casa”).
Llevo 26 años impartiendo esta clase en ESO y bachillerato. Compaginar dicha actividad con otras actividades docentes en la enseñanza superior, me ha ayudado a ver las cosas con más claridad, creo yo. Por todo ello, he llegado a la conclusión de que la materia de Religión católica merece con toda justicia el calificativo de “asignatura de las mentiras”: nunca sobre otra se han dicho más falsedades o tonterías, con mejor o peor intención.
Hace un par de años fui invitado a participar por una Asociación Laica a participar en un debate sobre la enseñanza religiosa en la Escuela pública. No me sorprendió que todos mis interlocutores de la mesa (hasta el moderador) y el 90 % del público fueran antagonistas radicales, porque ya sabía dónde me metía cuando acepté. Lo que me dejó de piedra fue la ignorancia que demostraron sobre la asignatura. “¿Que se imparte en horario académico en todos los países de la UE (con la excepción de Francia, que a su vez tiene las excepciones de Alsacia y Lorena, que si la incluyen)”? ¿”Que en ella se explica el protestantismo, y del judaísmo, y del budismo, y ¡el Islám también”!? ¿”Que temas como el arte y la cultura, aspectos de la historia española y europea, etica de los sistemas políticos, bioética, moral (del trabajo, de la sexualidad, de la amistad), psicología humana y civilización, fundamentos de fenomenología religiosa, también se tratan?”Pues, miren, sí. Y, por si me dejan añadirlo, discutimos también sobre el sentido de la vida, de la muerte, de la libertad y la alienación. Hablamos de la oración, de los símbolos, de los sacramentos, de esa institución (históricamente relevante, reconozcámoslo) que es la Iglesia, de qué es, sobre cómo se organiza, acerca de lo que hace. Repasamos el mundo desde la óptica cristiana, que es la más radicalmente favorable al hombre de todas; analizamos la crisis, la pobreza, la realidad del Tercer Mundo.
Y, ya puestos, les diré que, en lo que llevamos de curso (en bachillerato) yo he hablado de Hegel, Feuerbach, Nietzsche, Marx y Freud, del existencialismo, de los movimientos de vanguardia, de Heidegger, del ateísmo de Monod y Dawkins, de las teorías sobre el Universo. De la mecánica cuántica. De Vattimo. Eso que recuerde. Y de las relaciones personales: de cómo tener un matrimonio feliz, de cómo no dejarse manipular, del acoso escolar, de las relaciones sexuales… ¿Todo desde el trasfondo de Jesucristo resucitado? ¡Claro! Pero también lo haría si impartiera clases de filosofía o de Matemáticas B. Podemos ser respetuosos, pero todos tenemos nuestra opinión. Siempre he enseñado a mis chicos a ser honestos consigo y a no dejarse engañar. Y nunca he negado un sobresaliente merecido a un alumno ateo. Jamás.
Un sindicalista decía: “ustedes no tienen Oposición para enseñar en la escuela pública: ¡entran a dedo!” Yo le respondía: “si no la tenemos es porque no la hay”. Tampoco la tiene un liberado sindical, ni un cargo de confianza, ni un asesor, ni un contratado por la Administración. ¿Es eso ilegal? Por otro lado hay otra verdadera Oposición, y se repite todos los años: la de una asignatura que hay que aprobar (pero cuya nota no vale para las medias), que tiene como alternativa la nada absoluta (estar en una clase con un profesor que vigila haciendo lo que te da la gana) o, simplemente marcharte a tu casa. Y si es por la mañana quedarte en la cama durmiendo. ¡Y a pesar de eso los chicos la escogen! Digo bien “los chicos”, sí, pues todo el mundo sabe que los padres, de hecho, cuando intervienen, es más para aconsejarles lo contrario.
¿Existe alguna legitimidad mayor que ésta? ¿Cuántas materias la soportarían?
La asignatura de Religión habla de la vida. Es la vida misma y su currículo está integrado por las “alegrías y las esperanzas, las angustias y las tristezas” de los hombres, desde la óptica del optimismo más radical, que es el que Cristo nos aportó con su Resurrección. Ese optimismo, a través de esta materia, es el que me permite decirles a mis alumnos que les quiero con toda mi alma, que rezo por ellos. Me permite darles un abrazo el día de su cumpleaños, o un beso en la frente cuando capto que están mal.
Soy feliz con ellos. Creo que algo deben notar.
Para ustedes, como siempre, un abrazo.
josuefons@gmail.com
De vez en cuando aparece en la prensa. Por ejemplo, cuando surge algún problema con algún profesor que la imparte. O cuando hay recortes o modificaciones en los horarios. Cuando algún político de los sectores más izquierdistas del PSOE, o algún mandatario de Izquierda Unida, desean exhibir sus señas de identidad… se habla de la clase de Religión, para exponerla como un anacronismo: uno más de los “viejos privilegios” que la Iglesia Católica, mantiene, luchando a capa y espada, contra toda justicia y razón, en una sociedad española moderna, progresista e ilustrada.
Obviamente, se ha convertido en presa de algunos sindicatos “de clase” que se sirven de ella como signo de identidad (negativo). Junto con la protesta por los recortes, y la lucha contra la enseñanza concertada, es prácticamente ya el único que les queda.
¿Qué piensa la gente de la calle? Sinceramente, creo que nada. Quitando un grupo minoritario católico o de derechas que la defiende, y otros grupos, tampoco demasiado numerosos, que exigen su salida del sistema educativo, a la mayoría de los ciudadanos españoles probablemente la asignatura de Religión les da bastante igual. De hecho ni siquiera la inmensa mayoría de los padres cuyos hijos la eligen saben lo que se hace en ella, ni parece importarles demasiado, para bien o para mal.
Sin embargo, la “Religión”, “maría” proverbial del sistema educativo español, sigue ostentando el reto de tópicos, ideas equivocadas y, en general, confusiones, sobre su verdadera naturaleza. Hace algún tiempo leía con asombro como hasta un pensador y hombre de reflexión como Fernando Savater, hablaba de ella como la “hora del adoctrinamiento religioso” en un artículo de prensa. Me quedé alucinado, pero no me alucina menos escuchar a algunos católicos “comprometidos” (como aquellos padres que me dijeron que habían sacado a su niña de la asignatura, porque “lo que se daba allí ya lo aprendía en la catequesis y en casa”).
Llevo 26 años impartiendo esta clase en ESO y bachillerato. Compaginar dicha actividad con otras actividades docentes en la enseñanza superior, me ha ayudado a ver las cosas con más claridad, creo yo. Por todo ello, he llegado a la conclusión de que la materia de Religión católica merece con toda justicia el calificativo de “asignatura de las mentiras”: nunca sobre otra se han dicho más falsedades o tonterías, con mejor o peor intención.
Hace un par de años fui invitado a participar por una Asociación Laica a participar en un debate sobre la enseñanza religiosa en la Escuela pública. No me sorprendió que todos mis interlocutores de la mesa (hasta el moderador) y el 90 % del público fueran antagonistas radicales, porque ya sabía dónde me metía cuando acepté. Lo que me dejó de piedra fue la ignorancia que demostraron sobre la asignatura. “¿Que se imparte en horario académico en todos los países de la UE (con la excepción de Francia, que a su vez tiene las excepciones de Alsacia y Lorena, que si la incluyen)”? ¿”Que en ella se explica el protestantismo, y del judaísmo, y del budismo, y ¡el Islám también”!? ¿”Que temas como el arte y la cultura, aspectos de la historia española y europea, etica de los sistemas políticos, bioética, moral (del trabajo, de la sexualidad, de la amistad), psicología humana y civilización, fundamentos de fenomenología religiosa, también se tratan?”Pues, miren, sí. Y, por si me dejan añadirlo, discutimos también sobre el sentido de la vida, de la muerte, de la libertad y la alienación. Hablamos de la oración, de los símbolos, de los sacramentos, de esa institución (históricamente relevante, reconozcámoslo) que es la Iglesia, de qué es, sobre cómo se organiza, acerca de lo que hace. Repasamos el mundo desde la óptica cristiana, que es la más radicalmente favorable al hombre de todas; analizamos la crisis, la pobreza, la realidad del Tercer Mundo.
Y, ya puestos, les diré que, en lo que llevamos de curso (en bachillerato) yo he hablado de Hegel, Feuerbach, Nietzsche, Marx y Freud, del existencialismo, de los movimientos de vanguardia, de Heidegger, del ateísmo de Monod y Dawkins, de las teorías sobre el Universo. De la mecánica cuántica. De Vattimo. Eso que recuerde. Y de las relaciones personales: de cómo tener un matrimonio feliz, de cómo no dejarse manipular, del acoso escolar, de las relaciones sexuales… ¿Todo desde el trasfondo de Jesucristo resucitado? ¡Claro! Pero también lo haría si impartiera clases de filosofía o de Matemáticas B. Podemos ser respetuosos, pero todos tenemos nuestra opinión. Siempre he enseñado a mis chicos a ser honestos consigo y a no dejarse engañar. Y nunca he negado un sobresaliente merecido a un alumno ateo. Jamás.
Un sindicalista decía: “ustedes no tienen Oposición para enseñar en la escuela pública: ¡entran a dedo!” Yo le respondía: “si no la tenemos es porque no la hay”. Tampoco la tiene un liberado sindical, ni un cargo de confianza, ni un asesor, ni un contratado por la Administración. ¿Es eso ilegal? Por otro lado hay otra verdadera Oposición, y se repite todos los años: la de una asignatura que hay que aprobar (pero cuya nota no vale para las medias), que tiene como alternativa la nada absoluta (estar en una clase con un profesor que vigila haciendo lo que te da la gana) o, simplemente marcharte a tu casa. Y si es por la mañana quedarte en la cama durmiendo. ¡Y a pesar de eso los chicos la escogen! Digo bien “los chicos”, sí, pues todo el mundo sabe que los padres, de hecho, cuando intervienen, es más para aconsejarles lo contrario.
¿Existe alguna legitimidad mayor que ésta? ¿Cuántas materias la soportarían?
La asignatura de Religión habla de la vida. Es la vida misma y su currículo está integrado por las “alegrías y las esperanzas, las angustias y las tristezas” de los hombres, desde la óptica del optimismo más radical, que es el que Cristo nos aportó con su Resurrección. Ese optimismo, a través de esta materia, es el que me permite decirles a mis alumnos que les quiero con toda mi alma, que rezo por ellos. Me permite darles un abrazo el día de su cumpleaños, o un beso en la frente cuando capto que están mal.
Soy feliz con ellos. Creo que algo deben notar.
Para ustedes, como siempre, un abrazo.
josuefons@gmail.com
sábado, 2 de junio de 2012
Cáritas, la Iglesia, el IBI de la Iglesia -correo recibido-
.-¿El Estado financia a
la Iglesia?
Para su sostenimiento, la Iglesia no recibe nada de los Presupuestos Generales del Estado. Los contribuyentes eligen libre y voluntariamente, cada año, poner la X en la Declaración de la Renta. Esto supone, aproximadamente, un 25% del total de la financiación de la Iglesia.
El artículo 16 de la Constitución Española de 1978 establece que los poderes públicos “mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia católica y las demás confesiones”. Por otra parte, el Acuerdo sobre Asuntos Económicos entre la Santa Sede y el Estado Español, de enero de 1979, establece que “el Estado se compromete a colaborar con la Iglesia Católica en la consecución de su adecuado sostenimiento económico, con respeto absoluto del principio de libertad religiosa” (art II.1). Cooperación y colaboración no es financiación directa, ni subvención.
2.-¿La Iglesia ahorra dinero al Estado?
Es muy difícil conocer con exactitud la cantidad que la Iglesia le ahorra al Estado. Solo en el campo educativo, donde este cálculo es mucho más sencillo, podemos afirmar que, según datos del propio Ministerio de Educación, una plaza en un centro público tiene un coste anual de 3.518 euros. En un centro concertado, esa misma plaza cuesta al erario pública únicamente 1.841 euros. Únicamente por este concepto, y tomando como base los datos de gasto público del Ministerio de Educación en 2009, la Iglesia ahorra al Estado 4.399 millones de euros.
3.-¿El Patrimonio de la Iglesia es un tesoro económicamente rentable?
La Iglesia es depositaria de un importante patrimonio cultural que a lo largo de los siglos han sido creados o recibidos por distintas instituciones de la Iglesia. Este patrimonio no se plantea como una riqueza en sí misma, ni supone un tesoro económico o fuente de negocio. Se ha planteado siempre como servicio a los demás, es un tesoro cultural para todos, pero en ningún caso un tesoro económicamente rentable. Más bien todo lo contrario.
4.-¿La Iglesia solo aporta un 2% del presupuesto de Cáritas?
Se confunde aquí la aportación de la Iglesia con la donación de la Conferencia Episcopal Española. En realidad, cuando se habla de ese 2% se trata de un donativo que se viene realizando desde la CEE en los últimos cuatro años. La cantidad se ha ido incrementando anualmente hasta situarse en el 2,17% actual. En 2011, se han donado 5 millones de euros. Y en estos cuatro años, se ha entregado un total de 13,8 millones de euros.
Además, cuando se habla de esa “escasa” aportación del 2% se toma como base el presupuesto presentado por Cáritas Española y no se hace referencia alguna a las Cáritas diocesanas, una verdadera red que llega a todos por medio de las Cáritas parroquiales.
El 65% de los fondos de Cáritas proceden de donaciones privadas. La gran mayoría de esos fondos provienen de instituciones y de personas de la misma Iglesia.
5.-¿Cáritas no es la Iglesia?
Cáritas no solo pertenece a la Iglesia sino que es la misma Iglesia, en su estructura más fundamental que es la parroquia. Los miles de voluntarios de la Iglesia, que realizan actividades sociales, no nacen por generación espontánea. Son miembros de la Iglesia que han recibido el anuncio de la Buena Noticia y viven y alimentan su fe en la comunidad eclesial. Esa experiencia es la que da razón de ser a toda su actividad.
6.-¿La Iglesia no paga el IBI?
Es falso. La Iglesia paga el IBI de todos los inmuebles que no estén exentos por ley.
7.-¿La Iglesia es la única que, en algunos casos, está exenta del pago del IBI?
También es falso. Tampoco lo pagan, entre otras, las Fundaciones, las Asociaciones de utilidad pública, las federaciones deportivas, los partidos políticos, los sindicatos, las iglesias evangélicas, las comunidades hebreas y musulmanes. En Madrid, por ejemplo, no pagan el IBI: el museo del Prado, la SGAE, el Hotel Ritz, el Palacio de Liria, etc.
Está regulado en la llamada Ley de mecenazgo (ley 49/2002)
Se trata de una medida de incentivo fiscal con la que el Estado reconoce las actividades de interés general que realizan muchas instituciones. Es lógico que el Estado promueva e incentive –también fiscalmente- a quienes trabajan a favor del bien común.
8.-¿La Iglesia no paga tasas municipales?
Sí las paga (basuras, vados de garajes, etc.). No hay ninguna exención prevista en la Ley sobre el pago de estas tasas.
9.-La Ley le da la razón a la Iglesia, pero en este momento tan duro de crisis, ¿no podría hacer un gesto ante la sociedad y renunciar voluntariamente a la exención del IBI?
La Iglesia hace gestos reales y diarios en favor de los que más lo necesitan. Muchos obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y fieles laicos han hecho signos visibles, reduciéndose el suelo, y otros muchos lo han hecho y no lo han dicho.
10.-¿Y si hubiera un cambio en la legislación fiscal?
La Iglesia estará siempre a lo que dicte la Ley. Si hubiera un cambio en la legislación fiscal, estaría a lo que dictara la norma, siempre con el límite de los beneficios previstos en los Acuerdos, que tendrán rango superior. La Iglesia va a seguir cumpliendo su misión con los medios de que disponga. Lógicamente, si se dispusiera de menos recursos, las actividades podrían verse mermadas, pero con más o con menos medios, la Iglesia va a seguir haciendo mucho por tantos que todavía necesitan tanto.
Isidro Catela Marcos
Director de la Oficina de Información de la Conferencia Episcopal Española
Para su sostenimiento, la Iglesia no recibe nada de los Presupuestos Generales del Estado. Los contribuyentes eligen libre y voluntariamente, cada año, poner la X en la Declaración de la Renta. Esto supone, aproximadamente, un 25% del total de la financiación de la Iglesia.
El artículo 16 de la Constitución Española de 1978 establece que los poderes públicos “mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia católica y las demás confesiones”. Por otra parte, el Acuerdo sobre Asuntos Económicos entre la Santa Sede y el Estado Español, de enero de 1979, establece que “el Estado se compromete a colaborar con la Iglesia Católica en la consecución de su adecuado sostenimiento económico, con respeto absoluto del principio de libertad religiosa” (art II.1). Cooperación y colaboración no es financiación directa, ni subvención.
2.-¿La Iglesia ahorra dinero al Estado?
Es muy difícil conocer con exactitud la cantidad que la Iglesia le ahorra al Estado. Solo en el campo educativo, donde este cálculo es mucho más sencillo, podemos afirmar que, según datos del propio Ministerio de Educación, una plaza en un centro público tiene un coste anual de 3.518 euros. En un centro concertado, esa misma plaza cuesta al erario pública únicamente 1.841 euros. Únicamente por este concepto, y tomando como base los datos de gasto público del Ministerio de Educación en 2009, la Iglesia ahorra al Estado 4.399 millones de euros.
3.-¿El Patrimonio de la Iglesia es un tesoro económicamente rentable?
La Iglesia es depositaria de un importante patrimonio cultural que a lo largo de los siglos han sido creados o recibidos por distintas instituciones de la Iglesia. Este patrimonio no se plantea como una riqueza en sí misma, ni supone un tesoro económico o fuente de negocio. Se ha planteado siempre como servicio a los demás, es un tesoro cultural para todos, pero en ningún caso un tesoro económicamente rentable. Más bien todo lo contrario.
4.-¿La Iglesia solo aporta un 2% del presupuesto de Cáritas?
Se confunde aquí la aportación de la Iglesia con la donación de la Conferencia Episcopal Española. En realidad, cuando se habla de ese 2% se trata de un donativo que se viene realizando desde la CEE en los últimos cuatro años. La cantidad se ha ido incrementando anualmente hasta situarse en el 2,17% actual. En 2011, se han donado 5 millones de euros. Y en estos cuatro años, se ha entregado un total de 13,8 millones de euros.
Además, cuando se habla de esa “escasa” aportación del 2% se toma como base el presupuesto presentado por Cáritas Española y no se hace referencia alguna a las Cáritas diocesanas, una verdadera red que llega a todos por medio de las Cáritas parroquiales.
El 65% de los fondos de Cáritas proceden de donaciones privadas. La gran mayoría de esos fondos provienen de instituciones y de personas de la misma Iglesia.
5.-¿Cáritas no es la Iglesia?
Cáritas no solo pertenece a la Iglesia sino que es la misma Iglesia, en su estructura más fundamental que es la parroquia. Los miles de voluntarios de la Iglesia, que realizan actividades sociales, no nacen por generación espontánea. Son miembros de la Iglesia que han recibido el anuncio de la Buena Noticia y viven y alimentan su fe en la comunidad eclesial. Esa experiencia es la que da razón de ser a toda su actividad.
6.-¿La Iglesia no paga el IBI?
Es falso. La Iglesia paga el IBI de todos los inmuebles que no estén exentos por ley.
7.-¿La Iglesia es la única que, en algunos casos, está exenta del pago del IBI?
También es falso. Tampoco lo pagan, entre otras, las Fundaciones, las Asociaciones de utilidad pública, las federaciones deportivas, los partidos políticos, los sindicatos, las iglesias evangélicas, las comunidades hebreas y musulmanes. En Madrid, por ejemplo, no pagan el IBI: el museo del Prado, la SGAE, el Hotel Ritz, el Palacio de Liria, etc.
Está regulado en la llamada Ley de mecenazgo (ley 49/2002)
Se trata de una medida de incentivo fiscal con la que el Estado reconoce las actividades de interés general que realizan muchas instituciones. Es lógico que el Estado promueva e incentive –también fiscalmente- a quienes trabajan a favor del bien común.
8.-¿La Iglesia no paga tasas municipales?
Sí las paga (basuras, vados de garajes, etc.). No hay ninguna exención prevista en la Ley sobre el pago de estas tasas.
9.-La Ley le da la razón a la Iglesia, pero en este momento tan duro de crisis, ¿no podría hacer un gesto ante la sociedad y renunciar voluntariamente a la exención del IBI?
La Iglesia hace gestos reales y diarios en favor de los que más lo necesitan. Muchos obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y fieles laicos han hecho signos visibles, reduciéndose el suelo, y otros muchos lo han hecho y no lo han dicho.
10.-¿Y si hubiera un cambio en la legislación fiscal?
La Iglesia estará siempre a lo que dicte la Ley. Si hubiera un cambio en la legislación fiscal, estaría a lo que dictara la norma, siempre con el límite de los beneficios previstos en los Acuerdos, que tendrán rango superior. La Iglesia va a seguir cumpliendo su misión con los medios de que disponga. Lógicamente, si se dispusiera de menos recursos, las actividades podrían verse mermadas, pero con más o con menos medios, la Iglesia va a seguir haciendo mucho por tantos que todavía necesitan tanto.
Isidro Catela Marcos
Director de la Oficina de Información de la Conferencia Episcopal Española
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