lunes, 23 de septiembre de 2013
jueves, 19 de septiembre de 2013
Aprende a orar
APRENDE A ORAR EN 10 MINUTOS
1.- Comienza por saber escuchar. El Cielo emite noche y día.
2.- No ores para que Dios realice tus planes, sino para que tú interpretes los planes de Dios.
3.- Pero no olvides que la fuerza de tu debilidad es la oración. Cristo dijo: «Pedid y recibiréis»
4.- El pedir tiene su técnica. Hazlo atento, humilde, confiado, insistente y unido a Cristo.
...
5.- ¿No sabes qué decirle a Dios? Háblale de vuestros mutuos intereses. Muchas veces. Y a solas.
6. -No conviertas tu oración en un monólogo, harías a Dios autor de tus propios pensamientos.
7. - Cuando ores no seas ni engreído, ni demasiado humilde. Con Dios no valen trucos. Sé cual eres.
8.-¿Y las distracciones involuntarias? Descuida. Dios, y el sol, broncean con solo ponerse delante.
9. - Si alguna vez piensas que cuando hablas a Dios Él no te responde..., lee la Biblia.
10.-No hables nunca de «ratos de oración»; ten «vida de oración».
1.- Comienza por saber escuchar. El Cielo emite noche y día.
2.- No ores para que Dios realice tus planes, sino para que tú interpretes los planes de Dios.
3.- Pero no olvides que la fuerza de tu debilidad es la oración. Cristo dijo: «Pedid y recibiréis»
4.- El pedir tiene su técnica. Hazlo atento, humilde, confiado, insistente y unido a Cristo.
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5.- ¿No sabes qué decirle a Dios? Háblale de vuestros mutuos intereses. Muchas veces. Y a solas.
6. -No conviertas tu oración en un monólogo, harías a Dios autor de tus propios pensamientos.
7. - Cuando ores no seas ni engreído, ni demasiado humilde. Con Dios no valen trucos. Sé cual eres.
8.-¿Y las distracciones involuntarias? Descuida. Dios, y el sol, broncean con solo ponerse delante.
9. - Si alguna vez piensas que cuando hablas a Dios Él no te responde..., lee la Biblia.
10.-No hables nunca de «ratos de oración»; ten «vida de oración».
miércoles, 18 de septiembre de 2013
martes, 17 de septiembre de 2013
lunes, 16 de septiembre de 2013
jueves, 5 de septiembre de 2013
Explicación del Padre Pío, sobre la tentación
San [Padre] Pio de Pietrelcina (1887-1968), capuchino
Epistolario 3, 626 y 570; CE 34
«¡Sal de este hombre!»
Epistolario 3, 626 y 570; CE 34
Las tentaciones no deben asustarte; es a través de ellas que Dios quiere probar y fortificar tu alma, y él te da, al mismo tiempo, la fuerza para vencerlas. Hasta aquí tu vida ha sido la de un niño; desde ahora el Señor quiere tratarte como adulto. Ahora bien, las pruebas de un adulto son muy superiores a las de un niño, y esto explica porque tú, al principio te has turbado tanto. Pero la vida de tu alma pronto recuperará su calma, eso no va a tardar. Ten aún un poco de paciencia, y todo ira mejorando.
Deja,pues,caer estas vanas aprehensiones. Acuérdate de que no es la sugestión del Maligno el que hace la falta sino más bien el consentimiento que se da a estas sugestiones. Solamente una voluntad libre es capaz del bien y del mal. Pero cuando la voluntad gime por el efecto de la prueba infligida por el Tentador, y cuando ella no quiere lo que éste le propone, no solamente no hay falta sino que es virtud.
Guárdate mucho de caer en una agitación cuando luchas contra tus tentaciones, porque esto no haría sino fortificarlas. Es necesario tratarlas con desprecio y no ocuparte más de ellas. Vuelve tu pensamiento hacia Jesús crucificado, su cuerpo puesto entre tus brazos y di: «¡Esta es mi esperanza, la fuente de mi gozo! Me uno a él con todo mi ser, y no te dejaré hasta que no me hayas dado seguridad»
Deja,pues,caer estas vanas aprehensiones. Acuérdate de que no es la sugestión del Maligno el que hace la falta sino más bien el consentimiento que se da a estas sugestiones. Solamente una voluntad libre es capaz del bien y del mal. Pero cuando la voluntad gime por el efecto de la prueba infligida por el Tentador, y cuando ella no quiere lo que éste le propone, no solamente no hay falta sino que es virtud.
Guárdate mucho de caer en una agitación cuando luchas contra tus tentaciones, porque esto no haría sino fortificarlas. Es necesario tratarlas con desprecio y no ocuparte más de ellas. Vuelve tu pensamiento hacia Jesús crucificado, su cuerpo puesto entre tus brazos y di: «¡Esta es mi esperanza, la fuente de mi gozo! Me uno a él con todo mi ser, y no te dejaré hasta que no me hayas dado seguridad»
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